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Ofelia García Hernández. y Rebeca González Torres

Mujeres Activas de MTAL

Reflexión sobre las experiencias vividas en Indonesia, en el marco del Congreso Mundial Menonita, 2022

Por Ofelia García Hernández

“Ven en pos de mí… no temas; desde ahora serás pescador de hombres”

Mt. 4:19; Lc. 5:10b

Cuando recibimos una invitación para hacer algo, nunca sabemos con certeza cuáles serán aquellas barreras que enfrentaremos y mucho menos cómo podremos superarlas. Cuando recibí la invitación a asistir a la Asamblea del Congreso Mundial Menonita que se llevaría a cabo en Indonesia después de haber orado por varios días pidiendo dirección al Señor, estaba lista para decir: “Sí, yo voy”. Y aún a sabiendas de los riesgos, llegó la hora de partir.

La primera barrera fue superada. No viajaría sola, sino en compañía de dos hermanas y nos cuidaríamos unas a otras.

Tras muchas horas de vuelo y de esperar casi tres días en Yakarta a todas las mujeres que forman parte del MTAL, que también fueron invitadas al Congreso para participar en diversos foros, partimos a la asamblea extendida en Banyutowo, Indonesia.E Yo fui invitada a participar en el taller de Cuidándonos entre mujeres junto con Rhoda Keener y Carolyn Heggen de Mujeres menonitas de Estados Unidos.

Qué agradable fue aquel primer recibimiento y vivir en carne propia el calor humano y la hospitalidad de los hermanos y la comunidad.

Haber tenido tal experiencia me animó de inmediato a reflexionar en los pasajes paralelos de Marcos 1:15 al 20: Mateo 4:16 al 22 y Lucas 5: 1 al 11

Los tres relatos tienen en común el llamamiento de quienes serían los primeros discípulos de Jesús. “Venid en pos de mí…” en Mateo y Marcos; con una particularidad en Lucas donde Jesús se refiere a Pedro: “No temas, de hoy serás pescador de hombres…”. Pero al recibir el llamado “dejándolo todo, le siguieron”

Este llamado aparece en la proclamación del reino de Dios. No tiene que ver con ir a un sitio o lugar concreto, sino con una nueva manera de vivir donde el poder de Dios se manifiesta de manera concreta… y milagrosa, como en el caso de Lucas, donde el llamado incluye la pesca milagrosa.

Los tres relatos sitúan los hechos en o cerca de una aldea de pescadores. Después de su encuentro con Jesús quienes le siguieron cambiarían, su sentido de vida sería reorientado. Fueron llamados para ser y hacer discípulos.

La iglesia anabautista de Banyutowo está formada en su gran mayoría por pescadores y sus familias.

Asistimos al “Festival de Pescadores” que con dedicación los hermanos prepararon para nosotros. De inmediato se despertó en mi la gratitud, e imaginé a Jesús siendo parte de este recorrido y no pude evitar preguntarme, ¿cuántas veces convivió Jesús con familias como estas, disfrutando de la rica comida y los variados productos del mar?

Lo imaginé sentado con los hombres y mujeres reparando redes, interesado en su trabajo y a la vez acopiando aquellas imágenes para usarlas luego al proclamar la buena noticia.

Lo imaginé viendo jugar a los chicos para luego ponerlos de ejemplo. Lo vi aceptando gustoso los cinco panes y los dos peces que uno llevaba.

Una vez más, peces y panes como pedagogía del reino y la manera de obrar del Padre para enseñarnos a vivir en la economía del reino. Donde nadie se queda con hambre y todos pueden tener abundancia en medio de la escasez.

Imaginé a Jesús detenerse en cada parte del camino, a veces curioso y otras intrigado en las artes de la preparación de los alimentos. ¿Cómo quitaban la carne del pescado sin rasgar la piel, para triturarla y luego volverla a colocar? Sin duda la práctica hace a las maestras.

Lo imagine detenerse para tomar un rico té o a saborear unos dátiles en medio de aquellos tremendos calores y a veces tomar un descanso en el quicio de la puerta o sonreír en medio de la algarabía de las niñas que corretean entre el ir y venir de quienes apurados cruzan las calles, a la vez que atento escudriñaba las características de aquellos a quienes, al fin, llamaría para ser su primera comunidad de seguidores.

Igual que Galilea, Banyutowo no está muy lejos del mar. Fue por esta región y sus alrededores que el primer misionero holandés llegó para proclamar la buena noticia de Jesús. De la misma manera, los evangelistas sitúan el comienzo de la proclamación de las buenas nuevas en Galilea y el lugar del encuentro con el Señor resucitado (Comentario San Jerónimo pág. 69; Marcos 1:14), en esta parte del mundo, en Indonesia, hubo un tiempo específico en que el llamado de “arrepentíos porque el reino de Dios está cerca” se hizo presente teniendo como resultado la formación de nuevas comunidades de fe. Quiero pensar que fue y sigue siendo un tiempo de proclamación donde la intervención salvífica de Dios se hizo presente de manera particular en esta aldea.

En todo el recorrido, una y otra vez escuchaba -con el corazón- la misma invitación a quienes aún no siguen al Maestro. Las acciones de amistad, sonrisas, alegría y aceptación de regalos que nos hacían, era una forma de mostrar el rostro de Jesús caminando en medio de ellos. Una invitación de “ir en pos de Él” y dejar atrás sus medios de vida para encontrar un nuevo propósito a la vez que para otros quizá significaría romper algunos vínculos familiares, que de alguna manera les impiden ser discípulos.

Las constantes fotografías, los rostros sorprendidos, las sonrisas y comentarios casi en “secreto” entre los jóvenes, la alegría, el calor y todo, todo me llevó a pensar en la manera en cómo la fama de Jesús crecía entre la gente del pueblo, mayormente los marginados, los pobres, los niños, y otros Sin duda Jesús caminaba con nosotras.

La culminación de aquel recorrido por la aldea de pescadores fueron los niños y las niñas, que pacientemente esperaban que llegáramos para presentarnos con suma inocencia y alegría el canto preparado. Sus caritas pícaras, sus ojos brillantes, la genuinidad de sus corazones y el melodioso compás de sus cuerpos nos llevaron inmediatamente a gozarnos junto con ellos y claro, a movernos también con el ritmo de la música.

Entonces también te vi, Jesús, alegrarte entre ellos y ponerlos como ejemplo para entender quiénes son los importantes en el reino de Dios: los que como ellos tienen espíritu de pobres y aun en medio del intenso calor y cubiertos apenas por la sombra de las palmeras de los quemantes rayos (todo usado como metáfora de la vida); ellos permanecen llenos de alegría, esperan, dan lo mejor que tienen y se gozan juntos compartiendo con gran energía y humildad sus cantos.

Y qué decir de aquella mañana donde muy temprano acudimos, al igual que muchas veces, quizá como Jesús, a ver la salida del sol. Tú en especial a encontrarte con el Padre.

Mientras el sol se asomaba, alguien comenzó a cantar: “Señor, mi Dios, al contemplar los cielos, el firmamento y las estrellas mil…” Fue un momento sublime, porque te encontré en el amanecer nuevamente, estabas allá y acá abarcándolo todo y en todo se notaba tu gloriosa presencia.

Mirábamos cruzar en el horizonte las barquillas de pescadores. Oh, Señor, ¿cuántas veces subiste a una barquilla frágil como esa para cruzar el mar? Mientras tus discípulos aterrorizados por las fuertes olas y el viento furioso temían hundirse, Tú los mirabas con una compasión inexplicable, entendiendo su -nuestra- fragilidad.

¡Pareciera que la historia se repite, pero hoy en otro lugar, en otra región, en Banyutowo!

Ellos en la barca, confiados que hoy sería diferente que ayer, que habría mayor cantidad de peces; nosotros en el muelle, agradecidos de esta hermosa conjugación de cielo, mar y pescadores siempre pensando en tu paso por nuestra tierra y asegurando que tu creación nos habla de muchas y policromadas formas.

Luego bajaste de aquellas barcas y desayunaste con nosotras, mientras sentíamos la brisa marina y el olor del mar. ¡Una comida humilde pero hecha con mucho cariño y lo mejor, compartida en comunidad generosamente!

Todo estalló en gozo y profundo agradecimiento. Esta experiencia junto a Ti, Jesús. Tú en medio nuestro, andando el camino y haciéndote presente en medio de estos niños y niñas, los jóvenes, la familia pastoral y cada servidor.

Ayudándonos a superar las barreras de idioma, cultura e incluso el temor a ser contagiadas de Covid 19 y promoviendo un nuevo entendimiento de cómo seguir a Jesús en cada contexto cultural.

Gracias Jesús de Nazareth por darme la oportunidad de comprender un poco más las costumbres y la cultura de otros y comprobar cómo se encarna tu evangelio en esta tierra.

SEGUIR A JESUS JUNTAS SUPERANDO LAS BARRERAS

Movimiento MTAL.

Por Rebeca González Torres

… Jesus andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios. Los doce iban con él, 2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3 Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y muchas otras. Ellas les servían con sus bienes.

Lucas 8:1-3

  • Introducción

    Como ocurrió en el tiempo de Jesús, las mujeres estaban cerca de él haciendo posible que el Reino de Dios se hiciera presente contribuyendo con todo lo que ellas eran y poseían. En todos los tiempos, el movimiento de mujeres ha sido importarte e indispensable para dar continuidad al reino de Dios. Así, nuestro Movimiento de Mujeres haciendo teología desde América Latina (MTAL) ha crecido en estos últimos años, donde la virtualidad ha permitido que la comunicación fluya logrando unir, a través de una pantalla, personas y actividades que han llevado al crecimiento mutuo.

    En Julio 2022, quince mujeres fuimos convocadas a participar en el Congreso Mundial Menonita para desarrollar varias actividades que nos encomendaron de acuerdo con los dones que tenemos para compartir. Cada una recibió con agrado y responsabilidad la noticia de su participación en el Congreso. Con mucho entusiasmo se asumió nuestra intervención. Además, tuvimos que prepararnos para cumplir con todos los requisitos, sobre todo, en medio de la pandemia ya que debimos asegurarnos de tener las vacunas necesarias para poder entrar a Indonesia. 

    Es un privilegio que el Movimiento de Mujeres Anabautistas haciendo teología desde América Latina se haga presente en este gran evento de la familia global. Tal vez muchos y muchas ignoran su existencia, pero para nosotras que hemos caminado impulsando este movimiento el cual nos ha dado tanto, fue muy importante darlo a conocer y bendecir a muchas mujeres más.

    ¿Qué lleva a las mujeres a seguir a Jesús?

    El Texto bíblico que se menciona más arriba, nos presenta cómo las mujeres que seguían a Jesús habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades.

    La enfermedad es una condición física que nos lleva a repensar y valorar la vida. Hay enfermedades límite para las cuales la ciencia y la medicina no encuentran respuesta, como el caso de las mujeres sanadas de “espíritus malignos”. En la antigüedad cuando la sabiduría humana llegaba a su límite, lo desconocido se les adjudicaba a espíritus malignos. Hoy la ciencia ha avanzado y ha puesto nombres a padecimientos como la paranoia, la esquizofrenia, el autismo, la epilepsia, la demencia, etc. Sin embargo, el dar un nombre a una enfermedad no es garantía de tener los medicamentos que le den solución. Jesús siempre ha tenido la solución y actúa ahí́ donde hay imposibles como es el caso de estas mujeres seguidoras de Jesús. Ellas fueron liberadas de diversas enfermedades y vemos que su respuesta de gratitud es un seguimiento incondicional, ayudando y compartiendo sus dones y capacidades para que el Reino de Dios sea predicado. El autor Lucas, no nos da detalles de cómo resolvieron su situación familiar y social para poder dedicar su vida al movimiento de Jesús y servirle con sus bienes pero podemos asumir que ellas lograron superar las barreras. Tan visible era su acción que Lucas rescata esta narrativa histórica del movimiento de mujeres en el tiempo de Jesús. 

    Es interesante notar que el Lucas fue el único que registró la importancia de la participación de las mujeres que incluso en tres versículos nos da cuenta del nombre de tres de ellas; María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; Juana, la mujer de Chuza, administrador de Herodes y Susana. 

    Magdalena, Juana y Susana son mencionadas por nombre para indicarnos que eran mujeres conocidas en su época por su influencia visible en la sociedad que le rodeaba. No fueron las únicas que estaban en movimiento en este proyecto de Jesús, sino como dice Lucas, “y muchas otras”. De estas no tenemos nombre, porque son muchas (no hay número), aquí es donde entramos en una sospecha sobre la cantidad de mujeres pues, al no hacer referencia a un número especifico, seguramente eran una gran cantidad que ya no podía contarse o quizás en aquella cultura patriarcal de entonces no era valioso tomarlas en cuenta. Por eso hablamos de un movimiento de Jesús, porque las y los seguidores son visibles e invisibles en cualquier contexto y clase social. Gracias a ese gran movimiento de Jesús muchas colaboradoras son las que ponen sus dones para la expansión del Reino de Dios.

    .

    El Movimiento de Jesús sigue…

    Hoy nuestro Movimiento de Mujeres haciendo teología desde América Latina es la continuidad del aquel movimiento que iniciaron estas y muchas mujeres más en la historia. El movimiento de mujeres haciendo teología desde América Latina se ha conformado con todas aquellas que son seguidoras de Jesús, mujeres que han sido sanadas y liberadas, que sirven con sus bienes y dones. Les fue suficiente ver la intervención de Jesús en su propia historia y sentir el toque sanador de su vida para tomar la decisión de seguirle con todo lo que son.

    Cuando nosotras fuimos convocadas a participar en el Congreso Mundial Menonita, nos pusimos de acuerdo mediante un grupo de WhatsApp, cada una enfrentó diferentes dificultades de acuerdo con su dinámica y contexto local. Los dones fluyeron, las que conectan, las que interpretan, las que tienen el don de hablar, las que dan dirección, etc. Hicimos un esfuerzo por dar y recibir de nosotras mismas para lograr superar las barreras que se nos presentaron y hacer un viaje tan largo.

    En el encuentro, vimos expresiones de colores, olores, idiomas, diversas expresiones culturales, mujeres y hombres de todas las edades, conocimos historias de fe y esperanza, fuimos confrontadas por una pandemia que paralizó al mundo entero. Pero nadie se dejó vencer, la presencia del Espíritu Santo guio, orientó, sanó, consoló y dio fuerza ante lo difícil de los tiempos.

    Ahora queremos continuar las pisadas del Maestro a través del Movimiento de Mujeres (MTAL) contribuyendo con nuestros dones y todo lo que poseemos para que el Reino de Dios siga creciendo. Al igual que en los tiempos de Jesús, este movimiento (MTAL) está conformado por mujeres que han experimentado toda clase de enfermedades y el milagro de la sanidad, como en gratitud seguimos adelante creciendo dispuestas con nuestro maestro sirviendo con nuestros bienes y todo lo que somos.

    Aprendimos.

    • Aprendimos que el movimiento de Jesús ya no solo son Magdalena, Juana y Susana, sino que este ha trascendido en tiempo y espacio.
    • Aprendimos que al seguir a Jesús juntas podemos superar las barreras de cualquier índole. 

    ¿En estos tiempos de incertidumbre tú qué aprendes de Jesús para seguir superando las barreras de la vida?